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La Real Academia Española (RAE), define la felicidad como un estado de grata satisfacción espiritual y física.

Por su parte, la Psicología define la felicidad como un estado emocional positivo que los individuos alcanzan una vez hayan llevado a cabo sus deseos y logran sus objetivos, y se mide por la capacidad que tiene cada persona de dar solución a los diferentes ámbitos que forman parte de su cotidianidad.

En lo que respecta a la Filosofía, la felicidad es sinónimo de autorrealización; es decir, poder alcanzar las metas propias del ser humano. Sin embargo, para llegar a este punto, es necesario que cada persona se conozca muy bien, y saber claramente qué es lo que quiere.

En relación a estas definiciones, se puede conceptualizar la felicidad como un estado emocional, una gratificante sensación de bienestar y satisfacción que se experimenta una vez que se alcanzan las metas, deseos y propósitos. La felicidad se traduce en un momento duradero de satisfacción donde no existen sufrimientos, tormentos ni necesidades apremiantes.

Ahora bien, ¿se puede adoptar bienestar y felicidad como estilo de vida? La respuesta es sí, ya que se pretende que la persona alcance unas condiciones tanto físicas como mentales que le proporcione un estado de tranquilidad y satisfacción permanente en estos tiempos tan convulsionados. Es por ello que el bienestar está tan íntimamente ligado a la felicidad.

Para completar este hecho, el marketing ha creado una importante tendencia en la cual se adoptan estilos de vida saludables o aspectos positivos de la cotidianidad como alternativa para lidiar con las crisis económicas que se viven en la actualidad y como un agente motivador para que la persona consuma un determinado producto o marca.

Esto es una realidad psicológicamente comprobada; en ocasiones, los individuos consumen un producto como medio para sentir bienestar y aliviar las tensiones del estrés y conflictos del día a día.

En este orden de ideas, la felicidad vista desde el ámbito del marketing, tiene como meta crear una relación de fidelidad con el cliente y hacer rentable los procesos de éste con la marca. De esta manera, el marketing de la felicidad busca que el consumidor alcance un estado de bienestar permanente en relación con la empresa, donde ésta le entregue al cliente a través de la marca lo que él espera, y partiendo de allí consolidar un vínculo de fidelidad, que hará sentir momentos de satisfacción con los beneficios aportados por el producto.  

Para lograr este objetivo, las empresas deben generar emociones placenteras en los consumidores, aplicar estrategias que permitan alcanzar con exactitud un amplio conocimiento del cliente: evaluar los diferentes estilos de vida, aspectos económicos y sociológicos, valores y demandas de sus clientes objetivo, sin perder de vista una comunicación e interacción amena, efectiva y por supuesto que conlleve a la satisfacción y bienestar general del cliente.

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